jueves, 13 de diciembre de 2012

Capítulo 2: Karateka

Me tomo la mano y me saco al centro de la pista. Su mano se encontraba sujetando mi cintura y mis dos manos encadenaban su cuello con el temor de que me abandonase. Comenzamos a bailar aunque nadie se encontraba a nuestro alrededor y todavía la música no había comenzado, pero estaba tan absorta mirando el azul de sus ojos con vetas amarillas que no pude concentrarme en otra cosa.
Aún así, como si todo aquel ambiente quisiera ser perfecto la música empezó a sonar, lenta, acomodándose a nuestro compás. Me reí nerviosamente mientras le miraba. 
Hacía poco el se dio cuenta de que yo le fascinaba, y yo... bueno, yo siempre estuve locamente perdida por él, por lo menos, desde el día en que mis padres decidieron cambiar de casa.
Ese día me encontraba sola en el salón, pensando en lo desdichada que era por haber perdido a todos mis amigos, sin embargo con que llamaron a la puerta, me levante desairada y la abrí de malas maneras.
Entonces... dijo algo así como un " Hola, somos vuestros nuevos vecinos, encantado. Mi madre ha echo un poco de tarta de queso para que os sintáis como en casa, si necesitas algo avísame"  sonrió tiernamente y mi corazón se deshizo en ese mismo momento, desde ese día supe que había caído totalmente enamorada de él. 
- ¿En que piensas?- Me preguntó, atrayéndome más hacia él.
- En ti, en como nos conocimos.
- Me acuerdo que cuando te vi, pensaba que estaba sumergido en el mejor de los sueños- Acarició mi mejilla.
- Te quiero - Susurro Matthew haciendo chocar su aliento contra mis labios.
- Yo también te quiero- Dije, sosteniendo su rostro entre mis manos. Me acercaba lentamente, mientras tanto él también me acercaba hacia él. Le miré a los ojos antes de tener el placer de saborear sus labios, y cuando los cerré, todo cambio.
Una estridente música comenzó a sonar, totalmente contrariada al vals romántico de hace unos momentos, siguiendo el compás del mismísimo diablo, ¿Por que no había salido bien las cosas? Además, yo odiaba el rock. Me tape los oídos mientras Matthew hacia lo mismo.
- Me salgo fuera- Gritó para poder ser escuchado por encima de la música.
Y cuando fui a seguirlo por detrás, pude notar como unos ojos estaban mirando fijamente mi espalda, un escalofrió me recorrió la nuca y cuando me gire pude ver al chico más hermoso que jamás hubiera visto. Su pelo travieso y sus ojos bañados en diversión tenían algo que me provocaba y a la vez me embelesaba. Quería quitar los ojos de él y poder seguir los pasos firmes de Matthew, el cual se alejaba cada vez más de mi. Pero aquellos ojos llenos de ira... aquella sonrisa burlona... y aquel carácter fuerte con el que volvía a tocar una vez más su guitarra eléctrica, me envolvía de forma sobrehumana.
Al final, la otra mitad de mi cuerpo sin querer resistirse un minuto más se giro hacia la dirección de aquel chico desconocido y extrañamente atractivo...

Me desperté sobresalta por el ladrido de Lana, mi perra. Si hubiera sido en otro momento quizás incluso la hubiera pegado un par de gritos y echado de mi cuarto, sin embargo ahora sólo tenía ganas de agradecerla haberme despertado. Me pase la mano por la frente, y me di cuenta de que me encontraba totalmente bañada en sudor... todo aquello había sido tan raro, me levanté de la cama y me metí en la ducha, esperando relajarme, sin embargo los ojos color chocolate de aquel chico no se me borraban de la cabeza. 
- ¡Mierda!- Grité, cuando me di cuenta de lo ardiente que estaba el agua. 
Después cuando salí de la ducha, me arregle y me maquille estupenda para que Matthew me llevará en su coche como todos los días.
Claramente todo aquello había sido una terrible pesadilla, sin embargo, había algo claramente cierto, estaba enamorada de mi vecino, Matthew. Me pasaba las noches y días pensando en él. Tenía los ojos azules y era rubio natural, no era el chico más popular del instituto, pero si el chico más popular de mi cabeza. Él era el amigo del malote, aunque gracias a Dios, el era todo lo contrario. Amable, simpático, tierno...
Me gire ensoñada para mirar la hora que marcaba mi despertador digital, y fue ahí cuando me asuste terriblemente. ¡Eran las diez! ¡llegaba dos horas tarde a clase!
Agarre la mochila y la colgué a mi espalda. Una vez en la calle, empece a correr camino al instituto. 
-Mierda, mierda, mierda- Dije, mientras me tentaban las ganas de darme cabezazos contra un árbol. 
¡Aquel día estaba resultando de lo más desastroso! y lo peor es que sólo acababa de comenzar. Había tenido un sueño de lo más diabólico, normalmente mis sueños siempre son los mismos, hasta una vez pensé que mi subconsciente tenía programado la forma de relajarme y hacerme feliz cada vez que soñaba.
Siempre el me sacaba a bailar y acababa diciéndome que me amaba, después nos besábamos y más tarde me llevaba caballerosamente a casa. Sin embargo el hijo del mismísimo diablo apareció para arruinar mi fantástico sueño, y para colmo llegaba tarde a clase y no podía ir en el coche con Matthew conversando con él.
Todo aquello estaba mal, "seguramente alguien me echo el mal de ojo", pensé.
Entonces todo sucedió demasiado deprisa para que me hubiese dado tiempo a reaccionar. Alguien me agarró del codo sacando mi mano del bolsillo de la chaqueta. Y tan atrevido como pudo sujeto firmemente mi cintura, como si fuera una tabla de madera y de una forma casi agresiva y necesitada, me atrajo a él. Se acercó a mis labios sin que yo hubiera tenido la oportunidad de poder reconocerle, y me beso apasionadamente, como siempre quise que lo hiciese Matthew en el embarcadero.
Me quede quieta sin saber muy bien que hacer, ¡Aquel era mi primer beso! y para nada se parecía a como yo me lo imaginaba, más bien un asqueroso extraño me había cogido de improviso y robado una de las experiencias más bonitas para cualquier joven. Para cualquiera menos para mi desde ese momento. Ahora cuando fuera mayor y mis hijas me preguntaran sobre como fue mi primer beso, me moriré de vergüenza.
Aquel chico puso su mano en mi nuca atrayéndome hacia él para poder permitirle el paso a su lengua. Pero si aquello había sido ya extremadamente para mi, no dejaría que me robase ninguna experiencia más... ahora por su culpa no podré entregarme entera a Matthew cuando el se dé cuenta de que seríamos la pareja perfecta, ahora el no podrá ocupar el puesto de mi primer beso, ni tampoco el del primero que me sujetaba de esa manera la cintura.
Una voz chillona de una mujer histérica se empezó a oír de fondo.
- ¡Ray!¡Ray!¡Más te vale correr porque como te encuentre!- Siguió gritando.
Y entonces en ese momento me despiste más de lo requerido y aquel mamarracho, con una agresividad casi llevada al límite metió su lengua en mi boca. Acariciando mis labios y lengua.
Todo aquello me resultaba de todo asqueroso. ¡Ahora encima también me había quitado la oportunidad de poder haber profundizado un beso solo con Matthew! 
En un misero día todos mis sueños se estaban destruyendo lentamente, si antes no estaba al nivel de Matthew, ahora lo estaba menos. Todos aquellos cuatro años de esfuerzo se habían caído a la basura, y digo caído  porque yo nunca los hubiera tirado.
Entonces fue ahí cuando me di cuenta de que ya nadie se encontraba besándome , miré hacia atrás y pude ver a un joven con la mochila azul oscuro corriendo... entonces fue ahí cuando decidí olvidar todo aquello, olvidar que había dado mi primer beso, olvidar lo  porque ese chico no tenía cara y además... si lo aceptaba ya no podría aceptar a Matthew...
Intentando olvidar todo salí corriendo de nuevo hacia el colegio...

Una vez me encontré en frente de la puerta de mi clase, di unos golpes suaves con mis nudillos.
- ¿Se puede?- Pregunté asomando mi pequeña cabecita por aquella pequeña "grieta"
- Vaya vaya- Sonrió vencedor el profesor Ádrian y yo rodé los ojos- Al parecer ahora nos cambiamos los turnos.
- Déjese de bromas- Conteste seria, abriendo más la puerta, dispuesta a entrar.
- Espere espere, como es eso que siempre dice Lily Belleth- Dijo mencionando me como si no estuviese en clase- la puntualidad es una de las cosas más importantes, no lo olvide Ádrian.- Y echo a reírse mientras con su mano me indicaba que pasara.
Mi sangre hervía de la furia, así que tiré la mochila al suelo y saque los libros. Además para redondear más el día, el repelente de Ádrian me daba a MI consejos de puntualidad. Pfff....

Cuando acabo la clase, la pelirroja de todos los días, mi amiga Celeste, se acerco a mi mesa.
- ¿Qué te ha pasado?- Preguntó levantando las cejas- Al parecer Matthew tampoco ha llegado hoy a clase- Señalo a su asiento vació  y entonces me di en la frente con la palma abierta. Había estado toda la clase rebosando furia por cada poro que no me había fijado en que Matthew también había faltado.
- Si piensas que he estado con Matthew, te equivocas- Suspiré- Hoy ha sido mi peor día definitivamente, y la verdad, es que no quiero recordarlo.
- Eso quiere decir que no me vas ha contar nada ¿Verdad?- A lo que yo asentí- Bueno- se encogió de hombros y se quedo allí parada un buen rato- ¡A que no sabes que!me acabo de acordar- Fue hacia su pupitre y escondió una cosa detrás de ella- él otro día mi hermana se compró la super-pop -Dijo mostrándomela.
- Por dios Cele, borra eso de mi vista. ¿No sabes que leer revistas basura daña tu mente un 2,5%?
- Tú siempre con tus estadísticas- Dijo volviendo a dejarla en su pupitre.
- Pero anda, dime ¿Qué es eso de lo que no me he enterado?
- No pienso decírtelo- Dijo orgullosa mientras se sentaba en su silla- Si quieres lee esa basura de revista y te enteras
- No, déjalo- Dije quitando le importancia al asunto
El tiempo transcurría y Nicko, el profesor de Historia no llegaba. Después de  diez minutos entro por la puerta, fui a levantarme para reclamar le su retraso, pero entonces me di cuenta de que era la menos indicada. Por primera vez había llegado tarde a una clase, por primera vez mi sueño había cambiado, por primera vez besé, por primera vez Matthew no me llevaba en su coche, y por primera vez había aguantado una hora si pensar en él. Esto sólo significaba una cosa: cambios, y la rutina me gustaba demasiado para permitir que se rompiese.
Después me obligue a pensar en Matthew ¿Desde cuando me tenía que obligar? me sentía realmente una traicionera, ¿Qué estaba pasando?
Suspire, echando todo el aire que había acumulado en mis pulmones.
- Tiene algo que objetar, señorita Belleth- Dijo Nicko mirándome.
Entonces fue cuando alguien decidió tocar la puerta del aula molestando la clase, y por primera vez, me alegré de que la clase fuese interrumpida.
- Hola- dijo una voz masculina desconocida detrás de la puerta. Todas las chichas de mi clase comenzaron a moverse de lado a lado en su pupitre para averiguar quien era aquel chico nuevo, sin embargo yo miré el reloj disfrutando pensar sobre si el profesor cederá dejarle pasar o no.
- Pase, pase- Dijo animadamente- Bueno alumnos, os presento a Ray Kin, aunque creo que ya habréis oído hablar bastante de él- Soltó una risita nerviosa.
"¿Ray kin?", pensé " ¿Quién puede llamarse así?"
Cuando levante mi vista del pupitre me encontré con un rostro de lo más familiar, juraría haberle visto en alguna parte, quizás en la calle o por la cafetería a la que me gustaba ir todos los Martes, fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los míos y entonces su sonrisa se extendió más de lo que ya estaba, me miró divertido... y entonces fue ahí cuando me acordé de la cara del mismisimo diablo y...
- ¡Oh dios mio!- Lo dije demasiado alto para que toda la clase se girara para ver mi impresión, para ver la reacción de la amargada Lily que rechaza a todos.
Sin embargo no me encontraba de lo más embelesada, al contrario, podía sentir un chute de furia que se desplegaba por todo mi cuerpo, siguiendo cada vena de sangre... tenía tantas ganas de levantarme y ahogarle ¡Por culpa de él todo esto había sucedido! si él no se hubiera interferido en mi espléndido sueño, ahora seguramente yo podría volver a comportarme igual, el era el maldito guitarrista de mi después pesadilla. Achine mis ojos, transmitiendo todo mi odio posible y el carcajeo levemente ¿Quién se creía que era?
Lo mejor sería volver a mis ejercicios y olvidar lo todo ¿Recuerdas? Olvidar lo todo. Baje mi vista y me puse ha resolver aquellos ejercicios que el profesor había escrito en la pizarra, hasta que una nota golpeo mi frente y Cele rió nerviosamente. Cogí aquella nota que casi ni estaba doblada por las prisas y la abrí.

¿De verdad no estas asombrada?¿No le conoces?
A lo que respondí: No, no lo estoy, y tampoco se quien es.
Me contesto: Ay querida amiga, quizás yo haya perdido una parte de mis neuronas, pero déjame decirte que lo recompensa mientras yo se que aquel muchacho pertenece a la popular banda de rock del momento.

- Oh dios mio- Volví ha decir en voz alta sin querer, cuando levanté la vista tenía a todo el mundo mirándome  incluso a Ray Kin (reí en mi interior)
- Lily, ¿Qué tiene en contra hoy con Dios?..- Me preguntó irónicamente Nicko.
- Nada, simplemente el ejercicio tres, que no me salía- El asintió y siguió conversando con el nuevo alumno.

¿Una banda de Rock? Igual que la maldita música que estropeo mi vals romántico con mi príncipe. Sin duda, aquello no había sido una pesadilla, aquello había sido una señal para advertirme de que el diablo se iba a presentar en mi vida, y ahora mírale, ahí de pie, intentando parecer humano. 
Le maldije internamente.
Entonces...¿ Te gusta?
No, creía que ya me habías entendido- La tiré de nuevo el papelito.
Tenía la esperanza de volverte mujer, tu siempre serás tan tú.
y tú siempre serás tan tú -Escribí sus mismas ultimas palabras.
Después en el recreo fuimos a la cocina del colegio donde se encontraba mi madre para darme mi bocadillo ya que era una de las cocineras del colegio. 
Durante todo el recreo Celeste me estuvo llenando la cabeza sobre cursiladas con Ray, y los mil sueños que ha tenido con él durante las otras clases, asta antes de que se sentará al lado de Janelle, nuestra enemiga.
Janelle era rubia, y era la típica rubia tonta. Además siempre se burlaba de mi por ser una becada mientras que ella es la hija de un padre famosisimo, el cual tampoco había escuchado hablar en mi vida, ni quería.
Cuando termino el descanso Cele se dirigió a clase sin mi, y menos más que lo hizo. Porque cuando entre en los baños pude escuchar perfectamente la conversación de Janelle con ese tal Rikan, o como se llame, en uno de los baños encerrados.
- Para, para, alguien ha entrado.
- No ha entrado nadie- Intentaba convencerla 
- Que si.
Entonces se quito el pestillo y salieron los dos, intentando parecer inocentes de culpa. Mientras tanto yo estaba bebiendo el agua de uno de los lavabos, y pude verlos por el reflejo del espejo.
- Mira- Rió con sorna Janelle- como una plebeya- Y se largó de los baños.
Mientras tanto aquel diabólico chico, hijo de satanás seguramente, clavaba sus ojos en mi, de una manera que me apetecía pegarle una patada en el culo. Aquel asqueroso tuvo la decencia de agarrarme de la cintura deliberadamente, y me susurró cerca de mi rostro.
- Quizás esta vez puedas poner más de tu parte- Mi rostro se crispo, y se volvió como un copito de nieve... ¿De que hablaba?¿Por que se creía con el derecho de tocarme? ¡Oh dios, ha saber que ha echo con Janelle, que asco!
- Quita- Le dije groseramente mientras apartaba su mano de mi cintura.- Y de que hablas- Me calme una vez que le vi un poco más lejos de mi.
- No te hagas la tonta, se que sabes perfectamente de lo que te hablo- Intento acercarse de nuevo y yo di un paso atrás.
- ¿Qué no me haga la tonta de que?
- Oh dios...- Puso cara de deseo- Me encanta tanto cuando las chicas hacéis esas cosas...- Intentó volver a tocarme pero esta vez retire la mano más bruscamente- encima eres de las difíciles.
- ¿De que coño estas hablando?
- ¿Acaso ya no te acuerdas de nuestro ocasional encontronazo?- Sonrió pícaro.
¿Ocasional?¿Encontronazo?¿Nuestro? de que cojones habla.
- ¿De que cojones hablas?
- De nuestro beso, de que si no.
- Mira- Dije alejándome de él para poder salir de los baños, no me podía creer que el haya sido también el maldito estúpido que había conseguido arrebatarme mi primer beso, ¡Mi primer beso no iba a ser para él! una corriente de ira, rabia y furia se atraveso por mi cuerpo. Definitivamente él era el causante de mis males, y lo peor es que mientras no se mantuviera alejado de mi, las cosas seguirían cambiando- querido karateka, no se de que me estas hablando-Mentí- así que sólo te pido que no te acerques nunca más a mi.
Por desgracia, ese día no me hizo caso...

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