lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo 4: Condones.

El despertador suena y miró ágil la hora, bien, por fin un día tranquilo y sin prisas. Me visto despacio, me maquillo despacio, bajo las escaleras despacio, y cuando llego a la puerta, no hay nadie. ¿Donde estará Matthew?
Le espero y le espero, son y diez, y todavía no llegaba ¿Debería tocar a su puerta? Quizás se quedo dormido. Pero prometí no agobiarle, así que decido ir caminando sola por aquellos caminos tan solitarios a las ocho de la mañana. Llego a clase y toco la puerta.
- ¿Se puede?- Pregunto de forma educada.
- No- Responde Ádrian sin mirarme si quiera.
- ¿Como que no?- Preguntó irritada
- Ya le dije que no, vallese a la biblioteca.
Cierro la puerta cabreada y murmuró un "ya me las pagarás", entro a la biblioteca y me encuentro con un monton de niños pequeños revoloteando y gritando sin parar, ¡Oh no!. Me llevo las manos a la cara y al fin, decido enfrentarme con mi cruel destino.
Saco un boligrafo y los deberes que ayer no pude hacer por quedarme dormida, y cuando voy a escribir la primera línea aparece por la puerta el mismísimo " karateka".
Sin mirarme, se sienta en la mesa del frente, con la silla girada hacia mi. Ladeo mi cabeza intentando dejar de pensar en él y cuando vuelvo a cojer el bolígrafo para escribir, una bola de papel se estrella contra mi frente, malhumorada miró con ojos asesinos al Karateka, pero este esta haciendo sus deberes con un sonrisa arrogante ¡Será estúpido!
Sin poder concentrarme y no tener la cabeza en los ejercicios dejo los libros abiertos en la mesa y me levanto, haciendo un ruido desagradable con la silla. Camino hacia él mientras miro su rostro, pero el maldito Karateka no me dirige ni una sola mirada.
- Oye tengo que hablar contigo- Digo apoyando las dos manos a la mesa y agachándome lo suficiente para estar segura de que podría decirlo demasiado bajo para que él se enterase.
- ¿De que?- Preguntó serio mientras copiaba un enunciado y sonó el timbre del instituto.
- Pues- Me intimide al verle levantarse de la silla y recoger todo para irse.
- ¿Si?- Siguió sin mirarme.
- Pues haber... tengo que hablarte de- Le miré, parecía bastante distraído mientras se esforzaba por agarrar su mochila que seguro pesaba una tonelada.
- Que lo siento- Lo dije rápido y bajo. Como si estuviese segura de que el viento que había entre nosotros le  llevase mis palabras. Me giré sonrojada, porque no estaba habituada a pedir disculpas a nadie, yo... simplemente no solía ser tan grosera con la gente, pero con él eso era algo que salía solo, porque el había jodido mi espléndida vida, el lo había arruinado todo. Me puse seria mientras giraba sobre mis talones para volver a mi mesa y recoger los libros, cuando una mano agarro mi muñeca y me giro tan bruscamente que me tropecé con mis propio pies, parecía incluso mis piernas de goma de lo que se llegaban retorcía. Y antes de caer al suelo sobre él lo único que pude ver era aquella sonrisa socarrona y arrogante que solía utilizar cada vez que me hablaba, y por un momento, por una milésima de segundo me pareció la sonrisa más seductora del mundo, hasta que volví a la realidad y me acorde de Matthew.
- Yo...- Me puse nerviosa- Lo siento.
- Si, porque vaya golpe me he dado.
- Oye!- Le pegue en el hombro mientras seguía encima de él.- Fue tu culpa por ser tan bestia, que eres un bruto.
- Si ya ya- Dijo de forma chulesca- En verdad se que te morías de ganas de buscar una escusa para tirarte encima mía.
Y entonces a la vez que intente protestar note sus labios en los míos , sus manos en mi cintura ¿Desde cuando estaban ahí?, me pregunte mientras él seguía intentando besarme, y yo con ojos como platos no podía parar de mirar como sus labios se movían sobre los míos paralizados.
Esta vez, ya era la segunda vez, otra vez mi primer beso fastidiado ¡otra miserable vez!, ahora no podía hacerme la loca, porque ahora el chico que me estaba besando si tenía cara, le tenía que ver todos los días y... reprimí un gemido en mi garganta, porque otra vez lo estaba haciendo mal.
- ¿Podrías intentar cooperar un poco?- Preguntó alejándose de mis labios.
Inspire cansada por esta mala racha que me seguía a mi espalda, y entonces fue cuando percibí cuan dulce olía su aliento, de una forma que te incitaba a saborearlo.
Pose mi mirada sobre sus labios, parecían tiernos y suaves, daban ganas de sentirse sobre ellos... después miré sus ojos los cuales se encontraba mirando mis labios, esperando una respuesta. Quizás esperaba una bofetada, una rebieta mía, o incluso que me levantase y me fuera sin decir nada, pero para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para que le correspondiera.
¡Ni siquiera sabía porque estaba ahí acercándome a sus labios mientras veía la sorpresa en su rostro! No lo sabía, pero en esos momentos no quería pensar en nada más que en la calidez de su aliento.
Así que bueno ¡De perdidos al río , pensé, mientras esbozaba una gran sonrisa acortando nuestras distancias. Sin esperar un segundo encarcelo mi labio inferior entre los suyos, de una manera más suave que las otras veces, incluso de una manera tierna que me hacía temblar, y para mi sorpresa fui la primera que intento tocar su lengua, tenía tantas ganas de poder conocer como sería su lengua ¿Sería suave?... Entonces me acordé de que era mi primera vez ¿Y si notaba que no había besado a nadie más? El pánico entre en mi cuerpo ¿Y si se pensaba que andaba loca por él? Porque yo no andaba loca, simplemente... si andaba loca, pero no por él. ¡Andaba loca por corresponderle! ¿Que diablos estoy haciendo?, me pregunto mi cabeza casi chillando, pero mis labios no atendían a mis gritos, simplemente se movían por independencia.
Poco a poco, me pareció cada vez más fácil manejar aquel beso, me pareció más simple besarle de forma que pareciera una experta, aunque tampoco quería que pensara que era el décimo cuarto chico al que besaba...
Puede que me tirase así segundos, incluso minutos, pero os juro que su tacto era tan suave y tierno que me no me permitía separarme de él, por un momento pensé si los besos de Matthew serían tan suaves, y entonces, una bombilla se encendió en mi mente, por desgracia iba con retraso...
Alguien carraspeo su garganta incómodo ante la situación, sin embargo sus manos establecidas en mi cintura y sus labios tiernos capturando el mío inferior, me mataban, y ni siquiera intente hacer el esfuerzo de separarme porque se sentía demasiado bien ahí mismo.
Otro carraspeo de garganta ¿Cuanta gente había allí, mirando la escena?, pensé. ¿Y si Matthew estaba entre el grupo?, me llene de miedo y me despegue un milímetro para confirmar quien era, porque si era alguien sin importancia pensaba matarlo y.... ¡Oh no!
Cuando le vi apoyado en el marco de la puerta con la mandíbula tensa y su pelo rubio perfecto, el mundo se me cayo encima, literalmente se destruyo.
¿Por qué a mí?, fue lo primero que pensé.
No me podía creer que con todos los alumnos que había en este colegio justamente Matthew estuviera ahí, carraspeando la garganta una y otra vez, y yo como tonta no me separaba del maldito Karateka ¡Mierda!
Levanto un ceja mirándome fijamente, se le veía bastante cabreado, y yo...
Bueno, cuando quise darme cuenta estaba de pie ¿Quizás Ray se molesto en ayudarme? Seguramente fuera bastante pesada y... suspiré, ¿Por que todo me iba mal ahora?
Sin embargo todo empeoro cuando el chico inoportuno tuvo que decir su importunidad.
- Vas mejorando- Dijo Ray mientras caminaba al frente y giro su rostro con esa maldita sonrisa arrogante. ¡Será asqueroso! encima ha conseguido lo que quería y ahora podrá presumir de ser el primero en todo este maldito colegio en besarme...
Ray y Matthew se miraron de una forma espeluznante, daba bastante miedo. Para después la mirada de Matthew volver ha posarse en mi y mostrándome otra completa mirada a la de antes, una de... ¿Como se llama eso de cuando no llegas a las expectativas de alguien? Ay, lo tengo en la punta de la lengua.... ah si, decepción. Después giro sobre si mismo y salio de la biblioteca.
Por fin algo en mi cuerpo se accionó, recogí mis libros, me colgué la mochila en la espalda, y corrí detrás de él.
- ¡Matthew!- Grité por el pasillo. Sabía perfectamente que me oía, solo se estaba haciendo el loco.
- ¡Matthew por favor espérame!- Volví a gritar.
Sin embargo no me espero, tuve que llegar yo a su altura.
- ¿Qué te pasa?- Pregunté agarrándole de la muñeca.
- Nada- Dijo cruzándose de brazos- Absolutamente nada.
- Se que te pasa algo.
- No.
- Dímelo ¿ Somo amigos no?- Y pude notar cierto escalofrió en su cuerpo, ¿A que venía esa reacción?
- Es solo que pensaba que odiabas a ese estúpido- Y retomo el paso, esta vez más pausado.
- Y le odio
- No seas cínica Lily, deja de mentirte, eres como todas las demás, lamiendo le el culo- Aquello me hizo daño, y no justamente por las palabras que utilizo, si no por ese tono de desprecio con él que se dirgió a mi, aún así lo soporte.
- En serio Matthew, lo que has visto hace un rato simplemente había sido un error, una tontería, me caí encima de él y bueno por el choque le bese- Mentí.
- Eso solo pasa en las películas...- Murmuró para si mismo, pero yo conseguí oírle.
Subimos las escaleras incómodos, despacio, y en silencio, aquello no me gustaba ni un pelo.
- Por cierto ¿Qué te ha pasado? Cuando he llegado a clase no...- Pero me interrumpió parándose antes de entrar al pasillo.
- Estaba haciendo un camino de pétalos rojos en mi cuarto- Dijo serio.
- ¿Por que?- Fruncí el ceño.
- Esta tarde he quedado con Janelle en mi casa.
- ¿En tu casa? ¿Y que vais ha hacer?
- Lily- Soltó cabreado- Que vamos ha hacer, el amor ¡Como si tu nunca lo hubieras echo!

Dijo con desdén  Note una gran pesadez en mi interior, las mariposas se estaban muriendo dentro de mi estomago, había tantas y tantas que pesaban de sobremanera, los ojos se me llenaron de lágrimas y sentía la garganta seca aún tragando y tragando saliva.
- ¿Desde cuando?- Me aventuré a preguntar con voz pastosa.
- Desde hace unos días
- ¿Por eso faltaste el otro día?
- Si.
- ¿Por qué no me lo dijiste?- Pregunté al borde de derrumbarme.
- Bueno no se, estamos saliendo en secreto y la prometí no decírselo a nadie. Además no te debo ninguna explicación, tú tampoco me contaste el momento en el que ese chico te embeleso como a todas, parece como si llevara siempre un frasquito que os echa y os enamoráis de él.
- Matthew ya te dije que...
- No necesito que me digas nada- Me interrumpió tan duro que incluso podría cortar el hielo del mismísimo polo norte- Será mejor entrar en clase- Abrió la puerta- ¿Vamos?

Y no me quedo de otra que entrar, con todas aquellas ganas locas que tenía de llorar.
Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, ya ni siquiera podía distinguir las letras de la pizarra.
Sólo había dos alternativas, o me quedaba aquí con la posibilidad de derrumbarme delante de todos, o se me ocurría pronto una idea para escabullirme.
Agarre mi móvil y como número oculto me mande un mensaje a mi misma.

Cariño papa se ha torcido el pie, ven cuanto antes. Te quiere mama.

Sabía que todo esto estaba resultando de lo más patético, pero ahora mismo, y por primera vez, sentí las ganas de no estar en mismo sitio cerrado que Matthew.
- ¿Si señorita Belleth?- Me pregunto la profesora estirada al ver mi mano alzada.
- ¿Puedo sacar el móvil?
- Belleth, ya sabes que eso no esta autorizado- Fue a girarse para seguir escribiendo en la pizarra.
- Es por mi padre- Llame su atención- Se ha torció un pie y mi madre pide que vaya cuanto antes.
- Haber, démelo.- Cogí la prueba, el móvil, y se lo tendí en la mano con el mensaje abierto.
- ¿Por que el número es oculto?
- Bueno, mis padres quieren mantener su número en privado por si acaso alguien me roba el móvil.- Sí, era una escusa de lo más tonta, pero fue la primera que se me ocurrió y la que me ayudo a salir de ese infierno.

Cuando por fin llegue a casa tiré la mochila en la entrada y subí corriendo las escaleras. Me zambullí en mi esponjoso edredón y llore a lágrima suelta, lloré como nunca, lloré a borbotones sin importarme nada. Por primera vez en mi vida el había dejado de tratarme de forma tierna y dulce, y ahora es, cuando él parecía el diablo y el maldito karateka el ángel.
No podía creerme que él hubiera utilizado ese tono de desprecio hacia mi, no cuando habíamos estado cuatro años juntos. Todo esto era una gran mierda, pero esta vez si tenía motivos para estar enfadada con Matthew, definitivamente se había comportado mal conmigo, y esta vez la culpa recaía sobre él, esta vez no pensaba perdonarle tan pronto.
Después de estar llorando y pensando, el sufrimiento me llevo con él y caí totalmente dormida.
"Ding dong"-Sonó por cuarta vez el timbre de mi casa despertándome, y como pude me deje llevar asta el manillar.
Pero cuando le vi allí parado y mirándome con esos ojos fríos, volví a recordar todo lo que había pasado.
- ¿Qué quieres?- Intente sonar lo más seria posible.
- No te lo pediría sino fuera una urgencia, pero ya es por la noche y las tiendas están cerradas y...
- Al grano Matt- Le interrumpí.
- ¿Tienes condones?

La cara se me heló, y antes de poder procesar aquello, mi cuerpo en un acto involuntario le cerró la puerta en la cara.
- ¿Lily?¿Qué pasa?- Dijo al otro lado de la puerta.
Me deje deslizar asta llegar al sentarme al suelo, y metí mi cabeza entre mis piernas.
- Tranquilízate,  no llores- Me decía a mí misma- Él no puede sospechar de que es el amor de tu vida, tranquilízate  no llores, no llores, venga, ármate de fuerza- Y con aquellas palabras volví a levantarme y abrí la puerta.
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada- Contesté fría- Si eso para ti es urgente, entonces te respondo que no.
- Venga Lily, se que tienes.
- ¿Por qué iba a tener? - Pregunte enfadada, ¿Qué cojones estaba insinuando? ¡Qué me mantengo virgen por ti gilipollas!
- Porque todo el mundo tiene.
- ¿Y entonces porque tu no tienes?
- Bueno...-Se rasco la nuca- se me olvidó comprar. Pero...- Todo aquello me sobrepasaba de sobremanera, el amor de mi vida ¡Me estaba pidiendo condones! Encima como algo urgente... hay que tener cara.
- Sabes que- Casi grite, dejándome llevar y soltando casi todas aquellas cosas que tenía retenidas en mi interior- Eres un amigo de mierda ¿Sabes?. Hace apenas un día te idolatraba, eras tierno, dulce y simpático y sin embargo ahora me pareces el bicho más diabólico de este planeta. Eres cruel y frío y... ¡Ni siquiera se como tienes la cara de presentarte aquí, y menos para pedirme algo que no sea una disculpa después de como me has tratado hoy! A quien bese o no bese no es de tu incumbencia ¿Entiendes?, y por último cacho de gilipollas no tengo condones por que soy virgen- Y dicho lo dicho cerré la puerta y corrí hacia el sofá.
Después llore toda la tarde... sabía que algún día, si no me daba prisa, una lagarta me lo quitaría, pero nunca pensé que todo esto pasará tan rápido. Ahora yo solo podía quedarme de brazos cruzados y ver como otra que no era yo, le hacía feliz...
Y para colmo esa otra era Janelle, mi gran enemiga... esto no me podía estar pasando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario